1.4.08

Del "les matamo' a uno" al "les choreamo' la bandera"

Uno pensó que sin banderas ni bombos se terminaba el problema. Entonces mandó a que sacaran de la tribuna un trapo más grande que el máximo permitido. El partido fue suspendido por incidentes.
Otro creyó que jugando a puertas cerradas no habría violencia. Por lo tanto, los hinchas no permitieron que saliera el micro bajo amenaza de armar bardo.
Algún que otro ingenuo sostiene que el problema son hinchadas visitantes, cuando el mayor porcentaje de incidentes se da entre la barra local y la policía, ni hablar de "internas".

Los argentinos estamos orgullosos del aguante de nuestros barras. Nos gustó ver al Rafa organizar la entrada de bombos, banderas e hinchas a la cancha de River, previo acuerdo con la policía, Alan y Adrián. Estos últimos, por aquel entonces secuaces, hacían lo propio en la tribuna local (¿hace falta que diga los apellidos de cada uno y a qué clubes "representaban"?). Y todo para evitar que se arme lío. Pocos meses después, los garantes de la paz de un River-Boca eran prófugos de la justicia.

Cuando los funcionarios decidan proteger a los anónimos.
Cuando la cúpula policial decida encarar operativos eficientes.
Cuando se condene a los asesinos, extorsionistas y ladrones disfrazados de hinchas.
Cuando la prensa deje de hacer apología de la violencia.
Cuando los dirigentes basen su "plataforma política" en la supervivencia y crecimiento de los clubes.
Cuando los efectivos policiales empiecen a tomar con responsabilidad la tarea por la que les pagan.
Cuando el público deje de sentirse identificado y "defendido" por mercenarios.
Cuando los jugadores y técnicos dejen de bancar a quienes les hacen perder puntos y, encima, los amenazan o hasta golpean.
Entonces dejaremos de contar muertos en canchas de fútbol.

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